

El Agua de la Vida
Hermanos Grimm
Título: El Agua de la Vida
Autor: Hermanos Grimm
Etiquetas: Cuento infantil

Editor: Edu Robsy
Fecha de creación: 23 de
agosto de 2016

Edita
textos.info

Maison Carrée c/ Ramal,
48
07730 Alayor - Menorca
Islas Baleares
España

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El Agua de la Vida
Hubo una vez un rey que enfermó gravemente. No había nada
que le aliviara ni calmara su dolor. Después de mucho deliberar, los sabios
decidieron que sólo podría curarle el agua de la vida, tan difícil de encontrar
que no se conocía a nadie que lo hubiera logrado. Este rey tenía tres hijos, el
mayor de los cuales decidió partir en busca de la exótica medicina. — Sin duda,
si logro que mejore, mi padre me premiará generosamente. — Pensaba, pues le
importaba más el oro que la salud de su padre.
En su camino encontró a un pequeño hombrecillo que le
preguntó su destino. — ¿Qué ha de importarte eso a ti?, ¡Enano! Déjame seguir
mi camino. El duende, ofendido por el maleducado príncipe, utilizó sus poderes
para desviarle hacia una garganta en las montañas que cada vez se estrechaba
más, hasta que ni el caballo pudo dar la vuelta, y allí quedó atrapado. Viendo que
su hermano no volvía, el mediano decidió ir en busca de la medicina para su
padre: “Toda la recompensa será para mí”.— pensaba ambiciosamente.
No llevaba mucho recorrido, cuando el duende se le apareció
preguntando a dónde iba: — ¡Qué te importará a ti! Aparta de mi camino, ¡Enano!
El duende se hizo a un lado, no sin antes maldecirle para que acabara en la
misma trampa que el mayor, atrapado en un paso de las montañas que cada vez se
hizo más estrecho, hasta que caballo y jinete quedaron inmovilizados. Al pasar
los días y no tener noticias, el menor de los hijos del rey decidió ir en busca
de sus hermanos y el agua milagrosa para sanar a su padre.
Cabalgando,
encontró al hombrecillo que también a él le preguntó su destino: — Mi padre
está muy enfermo, busco el agua de la vida, que es la única cura para él. —
¿Sabes ya a dónde debes dirigirte para encontrarla? – Volvió a preguntar el
enano. — Aún no, ¿me podrías ayudar, duendecillo? — Has resultado ser amable y
humilde, y mereces mi favor. Toma esta varilla y estos dos panes y dirígete
hacia el castillo encantado.
Toca la cancela tres veces con la vara, y arroja un pan a
cada una de las dos bestias que intentarán comerte.
— Busca entonces la fuente del agua de la vida tan rápido
como puedas, pues si dan las doce, y sigues en el interior del castillo, ya
nunca más podrás salir. – Añadió el enanito. A lomos de su caballo, pasados
varios días, llegó el príncipe al castillo encantado. Tocó tres veces la
cancela con la vara mágica, amansó a las bestias con los panes y llegó a una
estancia donde había una preciosa muchacha: — ¡Por fin se ha roto el hechizo!
En agradecimiento, me casaré contigo si vuelves dentro de un año.
Contento por el ofrecimiento, el muchacho buscó rápidamente
la fuente de la que manaba el agua de la vida. Llenó un frasco con ella y salió
del castillo antes de las doce. De vuelta a palacio, se encontró de nuevo con
el duende, a quien relató su experiencia y pidió: — Mis hermanos partieron hace
tiempo, y no les he vuelto a ver. ¿No sabrías dónde puedo encontrarles? — Están
atrapados por la avaricia y el egoísmo, pero tu bondad les hará libres. Vuelve
a casa y por el camino los encontrarás. Pero ¡cuídate de ellos!
Tal como había anunciado el duende, el menor encontró a sus
dos hermanos antes de llegar al castillo del rey. Los tres fueron a ver a su
padre, quien después de tomar el agua de la vida se recuperó por completo.
Incluso pareció rejuvenecer. El menor de los hermanos le relató entonces su
compromiso con la princesa, y su padre, orgulloso, le dio su más sincera
bendición para la boda. Así pues, cerca de la fecha pactada, el menor de los
príncipes se dispuso a partir en busca de su amada.
Ésta, esperando ansiosa en el castillo, ordenó extender una
carretera de oro, desde su palacio hasta el camino, para dar la bienvenida a su
futuro esposo: — Dejad pasar a aquel que venga por el centro de la carretera,—
dijo a los guardianes – Cualquier otro será un impostor.— Advirtió. Y marchó a
hacer los preparativos. Efectivamente, los dos hermanos mayores, envidiosos,
tramaron por separado llegar antes que él y presentarse a la princesa como sus
libertadores: — Suplantaré a mi hermano y desposaré a la princesa — Pensaba cada
uno de ellos.
El primero en llegar fue el hermano mayor, que al ver la
carretera de oro pensó que la estropearía si la pisaba, y dando un rodeo, se
presentó a los guardas de la puerta, por la derecha, como el rescatador de la
princesa. Mas éstos, obedientes le negaron el paso. El hermano mediano llegó
después, pero apartó al caballo de la carretera por miedo a estropearla, y tomó
el camino de la izquierda hasta los guardias, que tampoco le dejaron entrar.
Por último
llegó el hermano menor, que ni siquiera notó cuando el caballo comenzó a
caminar por la carretera de oro, pues iba tan absorto en sus pensamientos sobre
la princesa que se podría decir que flotaba. Al llegar a la puerta, le abrieron
enseguida, y allí estaba la princesa esperándole con los brazos abiertos, llena
de alegría y reconociéndole como su salvador. Los esponsales duraron varios
días, y trajeron mucha felicidad a la pareja, que invitó también al padre, que
nunca volvió a enfermar.
Hermanos Grimm
Los Hermanos Grimm es el nombre usado para referirse a los
escritores Jacob Grimm (4 de enero de 1785, Hanau (Alemania) - Berlín, 20 de
septiembre de 1863) y Wilhelm Grimm (24 de febrero de 1786, Hanau - 16 de
diciembre de 1859, Berlín). Fueron dos hermanos alemanes célebres por sus
cuentos para niños y también por su Diccionario alemán, las Leyendas alemanas,
la Gramática alemana, la Mitología alemana y los Cuentos de la infancia y del
hogar (1812-1815), lo que les ha valido ser reconocidos como fundadores de la
filología alemana. La ley de Grimm (1822)
recibe su nombre de Jacob Grimm.
Jacob Grimm (1785-1863) y su hermano Wilhelm (1786-1859)
nacieron en la localidad alemana de Hanau (en Hesse). Criados en el seno de una
familia de la burguesía intelectual alemana, los tres hermanos Grimm (ya que fueron
tres, en realidad; el tercero, Ludwig, fue pintor y grabador) no tardaron en
hacerse notar por sus talentos: tenacidad, rigor y curiosidad en Jacob, dotes
artísticas y urbanidad en Wilhelm. A los 20 años de edad, Jacob trabajaba como
bibliotecario y Wilhelm como secretario de la biblioteca. Antes de llegar a los
30 años, habían logrado sobresalir gracias a sus publicaciones.
Fueron profesores universitarios en Kassel (1829 y 1839
respectivamente). Siendo profesores de la Universidad de Gotinga, los despidieron
en 1837 por protestar contra el rey Ernesto Augusto I de Hannover. Al año
siguiente fueron invitados por Federico Guillermo IV de Prusia a Berlín, donde
ejercieron como profesores en la Universidad Humboldt. Tras las Revoluciones de
1848, Jacob fue miembro del Parlamento de Fráncfort.
La labor de los hermanos Grimm no se limitó a recopilar
historias, sino que se extendió también a la docencia y la investigación
lingüística, especialmente de la gramática comparada y la lingüística
histórica. Sus estudios de la lengua alemana son piezas importantes del
posterior desarrollo del estudio lingüístico (como la Ley de Grimm), aunque sus
teorías sobre el origen divino del lenguaje fueron rápidamente desechadas.
Los textos se fueron adornando y, a veces, censurando de
edición en edición debido a su extrema dureza. Los Grimm se defendían de las
críticas argumentando que sus cuentos no estaban dirigidos a los niños. Pero,
para satisfacer las exigencias del público burgués, tuvieron que cambiar varios
detalles de los originales. Por ejemplo, la madre de Hansel y Gretel pasó a ser
una madrastra, porque el hecho de abandonar a los niños en el bosque (cuyo
significado simbólico no se reconoció) no coincidía con la imagen tradicional
de la madre de la época. También hubo que cambiar o, mejor dicho, omitir
alusiones sexuales explícitas.
Los autores recogieron algunos cuentos franceses gracias a
Dorothea Viehmann y a las familias Hassenflug y Wild (una hija de los Wild se
convertiría después en la esposa de Wilhelm). Pero para escribir un libro de
cuentos verdaderamente alemán, aquellos cuentos que llegaron de Francia a los
países de habla alemana, como El gato con botas o Barba Azul, tuvieron que
eliminarse de las ediciones posteriores.
En 1812, los hermanos Grimm editaron el primer tomo de
Cuentos para la infancia y el hogar, en el cual publicaban su recopilación de
cuentos, al que siguió en 1814 su segundo tomo. Una tercera edición apareció en
1837 y la última edición supervisada por ellos, en 1857. Las primeras colecciones
se vendieron modestamente en Alemania, al principio apenas unos cientos de
ejemplares al año. Las primeras ediciones no estaban dirigidas a un público
infantil; en un principio los hermanos Grimm rehusaron utilizar ilustraciones
en sus libros y preferían las notas eruditas a pie de página, que ocupaban casi
tanto espacio como los cuentos mismos. En sus inicios nunca se consideraron
escritores para niños sino folcloristas patrióticos. Alemania en la época de
los hermanos Grimm había sido invadida por los ejércitos de Napoleón, y el
nuevo gobierno pretendía suprimir la cultura local del viejo régimen de feudos
y principados de la Alemania de principios del siglo XIX.
Sería a
partir de 1825 cuando alcanzarían mayores ventas, al conseguir la publicación de
la Kleine Ausgabe (Pequeña Edición) de 50 relatos con ilustraciones fantásticas
de su hermano Ludwig. Esta era una edición condensada destinada para lectores
infantiles. Entre 1825 y 1858 se publicarían diez ediciones de esta Pequeña
Edición.
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