miércoles, 18 de marzo de 2020

5° A y B FILOSOFÍA


¿QUÉ ES LA FILOSOFÍA?
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Filosofía significa “amor a la sabiduría”.

(…) Las matemáticas son matemáticas, no “amor a los números”; no existe la asignatura de “amor a la literatura”, sino simple y llanamente literatura. Y en química se estudia la tabla periódica, sin que a nadie le importe si el estudiante o el químico tienen aprecio por los elementos alcalinos.

Nos encontramos ahora con una disciplina que consiste en “amar la sabiduría”. Más bien promete ser lo contrario, y es posible que acabemos odiando a la dichosa sabiduría esa, y nos convirtamos en fobósofos, en lugar de filósofos.

(…) Podríamos decir que la dichosa Filosofía de la que estamos hablando es algo así como un modo distinto de ver las cosas, una manera diferente de ver la realidad. No como algo normal, sino como algo asombroso, tan asombroso como el mundo de los cuentos, en el que todo es extraordinario y puede uno cruzarse con un conejo que va hablando (como en “Alicia en el país de las maravillas”) o con calabazas que se convierten en carrozas, o... O a lo mejor se descubre que es un mundo de magia, en el que las cosas son así pero podrían ser de otra forma, y no todo el mundo se da cuenta de ello (somos capaces de acostumbrarnos a cualquier cosa), y por eso existen los muggles y los magos (Harry Potter).

También cabe que haya quien descubra que a lo mejor las cosas no son tan maravillosas como estamos diciendo, sino que a lo mejor estamos en un mundo que es una trampa, en el que nos están engañando de alguna forma, tal y como descubre el protagonista de Matrix (...)

Pues bien, tanto unos como otros tienen en común que no se conforman con ver lo que todo el mundo ve, o con verlo como todo el mundo. Son capaces (desde Harry Potter hasta el fulano de Matrix) de “asombrarse” ante la realidad. Lo que para otros es normal, para ellos es asombroso, bien porque sea algo mágico o maravilloso, o bien porque no “se fían” sin más de lo que los demás se fían. (…)
En realidad, todos hemos tenido esta capacidad de asombro en nuestra infancia. Los niños miran todo con asombro, hasta su propio pie.

(…) Pero no sólo los niños son capaces de asombrarse. Lo propio de los científicos, de los grandes sabios, es mirar con asombro lo que los demás ven y contemplan como lo más natural del mundo. La leyenda de Newton y la manzana es muy ilustrativa al respecto, (…) mientras que la mayoría sólo fue capaz de obtener de ese golpe nada más que un chichón (y una manzana), Newton -según la leyenda- empezó a reflexionar sobre la gravitación universal. Pues bien, esta misma actitud, ese modo de ver las cosas con un asombro que nos lleva a preguntarnos su porqué es algo propio de los filósofos.

Es preciso hacer una aclaración importante: no es lo mismo el asombro (a veces también se llama admiración: “quedarse admirado o asombrado de algo”) que el estupor. El asombro es propio de los sabios, de los niños, de artistas, de los que no tienen una mirada rutinaria del mundo; el estupor es lo que define al estúpido. El estupor abunda y el asombro escasea, y hay que saber distinguirlos, pues uno y otro podrían parecer lo mismo a los ojos de muchos.

Ambos, el asombro y el estupor se producen ante algo que nos supera, que sentimos que se nos escapa de alguna forma. Cuando estamos asombrados de algo o ante algo nos preguntamos ¿cómo es posible que...? O ¿por qué...? Nos encantaría saber más de lo que estamos viendo, porque sabemos que hay más (como decíamos antes, lo mágico o misterioso que existe en las cosas) y vale la pena descubrirlo. Pero el estupor no tiene nada que ver con esto. El estupefacto se halla igualmente con algo que le supera, que siente que se le escapa; se encuentra boquiabierto ante una pizarra llena de números o de palabras que le resultan ininteligibles... pero no quiere saber nada de eso. Le supera y no le interesa: no hay quien lo entienda.

(…)
La filosofía se caracteriza por dos cosas más: reflexiona (se admira) sobre cualquier aspecto de lo real, incluso sobre toda la realidad en su conjunto, mientras que las otras ciencias se ocupan únicamente de un aspecto de la realidad (la química, la física, etc. se ocupan de un objeto muy concreto cada una de ellas). Y además lo hace desde un punto de vista exclusivamente suyo: las últimas causas. ¿Últimas causas? Se ve que es urgente poner un ejemplo. Vamos a pedir auxilio.
¿Qué es lo que, en el fondo soy yo? Esta es una de las preguntas filosóficas por excelencia.

(…)
Un químico nos podría decir que para su ciencia no somos más que unos cuantos litros de agua, carbono, potasio, sodio, y algunas cosas por el estilo. La química no nos dice nada más. La medicina responderá que estamos sanos, o bien que somos un paciente aquejado de tal enfermedad; pero está claro que para responder a las preguntas que nos estábamos planteando no basta con decir que somos unos individuos sanos (o que tenemos el colesterol un poco alto), aunque eso sea cierto. Si cayéramos en un laboratorio de física, y se nos sometiera allí a un estudio pormenorizado, el instrumental podría facilitar cierta información acerca de nosotros mismos, como nuestra masa, temperatura, la velocidad de nuestro movimiento, la respuesta de nuestro cuerpo a las radiaciones, etc.

Todas estas afirmaciones de las distintas ciencias son ciertas, pero insuficientes. Son ciertas, pues es innegable que estoy sano, peso setenta kilos, tengo una cantidad de sodio en mi cuerpo... Pero yo no soy eso; al menos, no lo soy sin más.

(…) La radicalidad, el interés por el qué es en último término algo, y no meramente cómo funciona, o cómo se desarrolla, la pregunta por el porqué último de las cosas es lo que diferencia una pregunta filosófica de las preguntas de las demás ciencias.

Pero además hay aún otra diferencia: y es que podemos “filosofar” sobre cualquier aspecto de la realidad. No tenemos por qué ceñirnos al mundo de las transformaciones de unas sustancias en otras, como hace la química, o al cómo lograr la salud del cuerpo humano, o a las alteraciones genéticas, o...

Podemos plantearnos preguntas filosóficas sobre cualquier aspecto de la realidad, y preguntarnos qué es, en último término el hombre, qué es el conocimiento y si podemos decir que un animal o una máquina conocen, qué nos distingue de estos seres, de los animales y de las máquinas, etc. Es más, podemos también preguntarnos no sólo por un aspecto de la realidad (por el hombre, por los seres vivos, por si existe algo distinto a la realidad material que percibimos,...) sino que también podemos preguntarnos por toda la realidad a la vez.

Podríamos, por ejemplo, preguntarnos que por qué hay seres y no más bien la nada: es decir si el mundo requiere una causa que lo explique o bien se basta a sí mismo y no necesita más explicaciones. O también nos podemos plantear si la realidad es tal y como la percibimos, o si estamos sumidos en un sueño, un engaño o una manipulación. (...) Aunque puedan sonar a preguntas un tanto curiosas, son cuestiones que lleva el ser humano consigo. Preguntas por el sentido y la totalidad de la vida.

Que nos planteemos estas cuestiones no nos garantiza que las vayamos a responder. Tal vez obtengamos respuestas que nos traerán nuevas preguntas. (…)

Recapitulando: hemos visto que la filosofía es un conocimiento sobre cualquier aspecto de la realidad por sus últimas causas. Para filosofar, como para realizar cualquier tarea científica, es necesaria la admiración: no conformarnos con lo que aparece de la realidad, descubrir lo asombroso que es que las cosas sean tal y como son.


ACTIVIDAD
1) ¿Qué son el asombro y el estupor? ¿En qué se parecen y en qué se diferencian? ¿Cuál de los dos es propio de la filosofía y la ciencia?

2) Comparar filosofía y ciencia, es decir, mencionar lo que tienen en común y sus diferencias.

3) ¿Qué pensás de la filosofía luego de leer el texto?


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